1635, óleo sobre lienzo, 502 x 329 cms, Iglesia del convento de las Agustinas Recoletas de Salamanca.
Comentario de la obra «Inmaculada Concepción» de José de Ribera
En la representación de este tema, tan caro a la pintura devocional española, Ribera se atuvo a la iconografía tradicional, vistiendo a la Virgen con manto azul y túnica blanca e incorporando los atributos de la letanía entre los angelotes que vuelan a su alrededor («Rosa mística», «Speculum sine Macula», «Oliva Speciosa») y en el paisaje de la parte inferior («Turris eburnea», «Turris Basílica», «Hortus Conclusus», «Stella Matutina»).
El cuadro fue encargado al artista por el virrey de Nápoles don Emanuel de Fonseca y Zúñiga, conde de Monterrey, para la iglesia del convento de las Agustinas Recoletas de Salamanca.
Es probable que el lienzo estuviese destinado al altar mayor, realizado por el escultor Cosimo Fanzago en 1633, y que fuese colocado en la vieja iglesia o capilla de Santa Ursula hasta que en 1687 se terminó la nueva iglesia.
Nos han llegado varios dibujos que testimonian la especial atención que puso Ribera en este encargo. La «Inmaculada Concepción » es considerada como una obra esencial de la fase de más intenso pictoricismo y luminismo del pintor español y, en sentido más amplio, como una obra maestra de la pintura barroca napolitana y española que «eclipsa, por el esplendor de los colores y las luces y la nobleza de formas e invención, todo lo que Murillo, Guido y Rubens han creado en sus interpretaciones de este tema».
La crítica ha distinguido en una «Inmaculada » pintada para la iglesia de los Capuchinos de Roma entre 1628 y 1630, hoy perdida, el modelo en el que se habría inspirado el valenciano, tomando de ella el movimiento dinámico y el revoloteo de los paños.
Además, las dos figuras de los ángeles en adoración del primer plano, si bien presentan afinidades con los músicos de Lanfranco, parecen mucho más próximas a los ángeles de la «Inmaculada» que hizo Guido Reni en 1627 para un cliente español (Metropolitan de Nueva York).