Expresionismo abstracto, óleo sobre lienzo, 203 x 175 cms. Allbright-Knox arte gallery de Buffalo (EE.UU.).
Comentario de la obra «1949-H» de Clayfford Still
En 1966 escribía Ethel Moore en sus «Biographical Notes» («Notas biográficas») para el catálogo de una exposición de Clyfford Still (1904, Grandin – 1980, Nueva York): «A los veinte años hizo su primer viaje a Nueva York y se fue al Metropolitan Museum of Art incluso antes de que hubiese abierto sus puertas.
Pero quedó decepcionado con lo que vio. Echaba de menos ciertas cosas, una declaración que sentía profundamente y que no encontraba en la obra de los maestros europeos.
Decidido a hacerse con una educación más formal, se inscribió en la Art Students League, pero al encontrarla decepcionante la abandonó a los tres cuartos de hora «.
Still permaneció algunas semanas en la ciudad para visitar galerías y museos, y se confirmó según parece su primera impresión. «Desilusionado, acortó su estancia en Nueva York y volvió al oeste».
Bastan estas pocas frases para trazar más o menos idealizadamente el perfil del obstinado pintor norteamericano: su «desilusión» y no aceptación del arte europeo, que le parecía «decadente», su formación autodidacta, su distanciamiento de la urbe neoyorquina y del mundo artístico «corrupto » y finalmente su regreso al oeste.
Sin embargo, en 1945, a los veinte años de su primera «decepción», Still volvió a Nueva York, donde residió a temporadas durante el período calificado por Irving Sandler como «triunfo de la pintura americana».
A mediados de los años cincuenta se negó a participar en exposiciones neoyorkinas; fue un gesto de reserva que el público honró atribuyéndole una «autenticidad» singular y que aumentó su fama. Finalmente en 1961, Still se refugió en la soledad rural de Maryland.
Aunque, como muchos de sus colegas, en sus pinturas de los últimos años de la guerra Still abordó motivos de resonancias mitológicas, hacia 1946-1947 desarrolló su versión característica de la abstracción de campos de color; eran formas generalmente de orientación vertical y perfiles rígidos e irregulares, como en «1947-H».
La pintura al óleo extendida con espátula sobre la tela tenía un aspecto agrietado y daba la impresión de haber sido aplicada expresamente «de una manera burda». No había matices dentro de las zonas de color y entre ellas no existían relaciones de fondo-figura.
Las composiciones «all-over» de Still eran como recortes de un campo más extenso que se prolongaba más allá de los límites del cuadro, lo cual acentuaba la impresión de que la obra se encontraba todavía en su proceso de gestación.
Los intérpretes descubren en los cuadros de Still constantes referencias al paisaje de Dakota del Norte, donde se crió el pintor, o a la costa oeste de los Estados Unidos, donde vivió y ejerció la docencia a finales de los años cuarenta.
Entra así en juego el concepto estético de lo «sublime», capital también en otros pintores, como Barnett Newman y Mark Rothko; se trata de la confrontación del tema con la idea de la grandeza infinita o del poder ilimitado frente a una experiencia natural avasalladora.
El mismo Still dio pie para una consideración de este tipo cuando en 1963 escribió: «¿Lo sublime? Absolutamente primordial en mis estudios y en mi obra desde mis primeros años de estudiante.
Fundamentalmente escapa a cualquier aprehensión o definición, pero con toda seguridad no se encuentra en la vida y en la obra de aquellos que más hablan de ello por hablar».