Para el gremio de los grandes arqueros -o de los ballesteros- de la vecina ciudad de Lovaina, van der Weyden ejecutó una de sus obras maestras tempranas, el Descendimiento de la cruz (Museo del Prado), única tabla que se conserva de lo que originalmente tal vez era un tríptico.
¿De qué trata? Comentario de la obra «El descendimiento de la Cruz»
En ella podemos ver la deuda del artista con la sólida tradición escultórica de su Tournai natal y la influencia que esta obra suya ejerció en el posterior arte del siglo XV, pues la composición fue copiada a menudo en pintura y escultura.
Van der Weyden pintó las diez figuras como si hubieran sido encerradas en una estrecha caja de madera recubierta con pan de oro, como efectivamente se tallaban antes y después de su época muchas esculturas en relieve.
Los personajes se inclinan y se vuelven unos a otros con movimientos de simpatía y armonía: las dos figuras de los extremos delimitan la composición, mientras que los cuerpos de Jesús y la Virgen María se abaten en paralelo.
Esta última correspondencia -entre madre e hijo- indudablemente tiene por objeto evocar el interés del siglo XV en la idea de la «compasión » de la Virgen, según la cual María compartió los sufrimientos y la muerte de Jesús hasta el punto de convertirse en corredentora y en objeto de gran veneración para los católicos devotos.
La evocación por parte de van der Weyden de esta compleja idea a través del gesto y el movimiento físico es digna de estudio; el artista se preocupó mucho de la mano derecha de la Virgen para formar una especie de paréntesis con la mano izquierda de Jesús, y alinear ambas manos con las dos que cuelgan lánguidamente en el centro de la composición.