Hacia 1657, Óleo sobre lienzo, 53 x 43 cm, Rijksmuseum de Ámsterdam.
En el inventario redactado para la subasta de la colección Dissius (1696) aparecieron «Una vista de una casa de Delft» y «Una vista de algunas casas»: ambos títulos podrían servir para este cuadro, uno de los más célebres de Vermeer.
La escena está dominada por la luz gris del cielo nuboso; al otro lado de la callejuela empedrada que da título a la obra, el pintor encuadra parte de una gran casa, la entrada a un patio y la ventana de un edificio adyacente.
El sentido de profundidad viene dado por la sucesión de otros edificios en el fondo por la línea de la acequia de desagüe que parte del primer plano. En este recogido espacio se distribuyen algunos personajes apenas delineados, ocupados en sus quehaceres; el cuadro parece una representación de los ideales de sobriedad y laboriosidad que según la moral holandesa debían presidir la marcha de la vida doméstica.
La atmósfera de esta tranquila intimidad es la misma que reina en los cuadros de Vermeer con escenas de interior. Todavía no está claro simel pintor representó un lugar existente en la realidad.
Si bien el uso de la técnica puntillista no es general sino que se limita a algunos trozos, como en la planta trepadora de la izquierda, el artista hace gala de una sensibilidad madura para la luz y el color: obsérvese, por ejemplo, el extraordinario virtuosismo desplegado en la descripción del muro de ladrillo.
Como en la «Mujer leyendo una carta junto a la ventana«, este cuadro recuerda la pintura de Pieter de Hooch y en especial sus escenas denominadas «de patio».