Easter and the Totem de Jackson Pollock

Expresionismo Abstracto. Óleo sobre lienzo 209 x 147 cms. MOMA.

Easter and the Totem de Jackson Pollock

Los cuadros de la última fase creativa de Jackson Pollock,  entre 1952 y 1954, son muy pocos y de estilos diferentes. Producen la impresión de que fue tanteando las posibles direcciones en que podría moverse su obra.

En estas últimas pinturas, el artista recoge elementos de su obra anterior a las «drip-paintings» «clásicas» de entre 1947 y 1950, aunque integra también influencias de otras fuentes, entre ellas de sus rivales europeos favoritos, como Pablo Picasso y Henri Matisse.

Así, por la composición y el tratamiento del color, «Easter and the Totem» («Pascua y el tótem»), cuadro pintado convencionalmente con pincel, remite a dos obras de Matisse, «Bañistas en el río» (1916) y «Los marroquíes» (1915/1916), expuestas en 1951 en el MOMA. 

Clement Greenberg,  el valedor más influyente de Pollock desde la segunda mitad de los años cuarenta hasta principios de los cincuenta, criticó que se limitase a la mera maestría técnica de sus últimas obras; aunque en 1967 señalaba que el período de 1952 a 1954 representaba una fase en la que Pollock «había desplegado su habilidad de una manera lo suficientemente obvia como para ser admitido en el gremio de los ‘buenos pintores’ «.

Por su parte, Pollock subrayaba en una entrevista de 1956 su identificación con un modo de pintar figurativo que en su opinión respondía a motivaciones psicológicas: «A veces pinto con mucho realismo; con un poco, siempre. Si se pinta desde el subconsciente, es inevitable que afloren figuras».

El motivo del tótem o poste seccionado por el margen izquierdo del cuadro permite a Pollock  recurrir a una simbología que conocía desde finales de los años treinta,  cuando se sometió a una sesión de psicoterapia con un discípulomde C. G. Jung,  Joseph Henderson.

En la concepción de Jung, los contenidos del inconsciente colectivo, fijados a principios de la historia de la humanidad, renacen en cada individuo. Pollock ya había abordado el motivo del «nacimiento» en un cuadro del mismo nombre («Birth» hacia 1938-1941), que incorporaba las formas de las máscaras de los indios de America del Norte.

Las diversas visitas que realizó a la exposición «Arte indio de Estados Unidos «, organizada en 1941 en el MOMA, avivaron su interés por la cultura indígena y sus rasgos fundamentales, como el totemismo.

Al relacionar el tótem -un animal, una planta o una fuerza de la naturaleza,  que se consideran antepasados de un grupo social  y a los que se atribuyen efectos mágicos- con la Pascua como fiesta cristiana de la resurrección, Pollock parece abordar de nuevo el motivo del nacimiento como «renacimiento».

Su crisis personal y el descenso de su productividad artística, notable desde 1952, que coincidieron con su recaída en el alcoholismo, eran inversamente proporcionales a su rápido ascenso al reconocimiento artístico internacional; dada su incapacidad para pintar, la última exposición individual de su vida, organizada por el eficiente marchante Sidney Janis  en noviembre de 1955, tuvo un carácter de retrospectiva.

La revista de economía «Fortune» recomendó sus obras en 1955 como objetos de inversión con perspectivas de revalorización,  pronóstico que se confirmaría tras la muerte de Pollock en agosto de 1956.