Admirado tanto como incomprendido transgresor del orden clásico y defensor acérrimo de su libertad creativa, Pontormo se erigió en la Florencia del siglo XVI en calidad de la nueva » maniera».
Biografía y obra de Jacopo Carrucci el Pontormo
Sus obras, frescos, tablas, lienzos y dibujos en los que plasma tanto retratos como escenas religiosas y episodios mitológicos, conjugan el respeto hacia los grandes maestros, como Leonardo, Rafael y, especialmente, Miguel Ángel, con la búsqueda incesante de nuevas fórmulas que le permitiesen liberarse de las rígidas leyes a las que estaban sometidas las obras de aquellos que le antecedieron en el arte de la pintura y expresar con valentía la angustia y el desasosiego del tiempo que le tocó vivir.
En 1508 Jacopo Carrucci Pontormo iniciaría su trayectoria artística de la mano de Leonardo da Vinci. En 1509 entró en el taller de Piero di Cosimo -pintor impregnado artísticamente de la manera leonardesca y espiritualmente de las ideas savonarolianas-, en el que permaneció por poco tiempo. Luego pasó al de Albertinelli, quien regentaba en Florencia el taller más solicitado de la ciudad.
El último de los maestros que intervino en los primeros años de aprendizaje del pintor fue Andrea del Sarto, en el taller del cual se hallaba ya en 1512 y donde coincidió con Rosso Fiorentino, pocos meses mayor que él.
El contacto entre los tres artistas -Andrea del Sarto, Jacopo Carrucci Pontormo y Rosso- y el legado de Rafael, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel será crucial para configurar el lenguaje del primer Manierismo florentino.
La superación de lo clásico, el alargamiento de las formas, el enroscarse y las posiciones insospechadas de las figuras, y las miradas desquiciadas empiezan a adueñarse de sus composiciones, como lo muestran las pinturas al fresco de Poggio a Caiano.
La llamada nueva «maniera» no fue en sentido estricto una reacción anticlásica, si por clasicismo se entiende el arte de Leonardo da Vinci, Rafael y Miguel Ángel, sino un continuar el camino abierto por estos en superar los límites de la razón que atenazó el arte renacentista del siglo XV.
Las obras de Jacopo Carrucci el Pontormo se desprenden de la perspectiva artificial que creaba los espacios y las figuras del corsé de la perfección anatómica; deja de existir una norma absoluta que está por encima de la realidad vista o imaginada.
El cuerpo humano es el que se convierte en expresión de espacio y emociones; el pintor no lo debe domesticar según leyes definidas a priori, sino dejar que se desarrolle con libertad en el mundo de las formas, del color y de los sentimientos.